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San Agustín y la muerte: un viaje espiritual hacia la eternidad

En la historia de la humanidad, la muerte ha sido un tema recurrente que ha despertado la curiosidad y la reflexión del ser humano. Desde los tiempos más remotos, diferentes culturas han desarrollado sus propias concepciones acerca de qué sucede después de la muerte y cómo enfrentar este inevitable destino. Uno de los pensadores más influyentes en la historia de la filosofía y la religión fue San Agustín, quien vivió en el siglo IV d.C. y dejó un legado de ideas y reflexiones acerca de la muerte y la vida eterna.

Exploraremos la visión de San Agustín sobre la muerte y cómo esta se relaciona con su concepción de la vida y la espiritualidad. Analizaremos sus escritos más relevantes, como «Confesiones» y «La ciudad de Dios«, para comprender cómo el filósofo africano aborda el tema de la muerte desde una perspectiva cristiana. Además, nos adentraremos en los conceptos de la eternidad y la salvación según San Agustín, para comprender cómo estos aspectos influyen en su visión sobre la muerte.

Al leer este artículo, podrás adquirir una comprensión más profunda sobre la visión de San Agustín acerca de la muerte y la vida eterna. Podrás reflexionar sobre tus propias creencias y encontrar respuestas a preguntas existenciales que quizás te hayas planteado. Además, podrás apreciar el legado filosófico y religioso de San Agustín, cuyas ideas siguen siendo relevantes en la actualidad y pueden brindarte una perspectiva enriquecedora sobre la muerte y la espiritualidad.

La vida de San Agustín: de la juventud disoluta a la conversión

San Agustín, también conocido como Agustín de Hipona, fue uno de los más influyentes teólogos y filósofos de la antigüedad tardía. Nació en el año 354 en Tagaste, una ciudad de la provincia romana de Numidia, en lo que hoy es Argelia. San Agustín es conocido por su obra filosófica y teológica, así como por su testimonio de conversión y su búsqueda de la verdad.

En su juventud, San Agustín llevó una vida disoluta y entregada a los placeres terrenales. Fue influenciado por la filosofía maniquea, que defendía la existencia de un principio del bien y un principio del mal en constante lucha. Sin embargo, su búsqueda de la verdad y la insatisfacción que sentía en su interior lo llevaron a explorar otras corrientes filosóficas y religiosas.

Finalmente, San Agustín encontró respuestas en el cristianismo. A través de la influencia de su madre, Santa Mónica, y la guía espiritual del obispo Ambrosio de Milán, se convirtió al cristianismo en el año 386. Esta conversión marcó un punto de inflexión en su vida y lo llevó a profundizar en el estudio de la fe y la teología.

La conversión de San Agustín no solo transformó su vida personal, sino que también tuvo un impacto duradero en su pensamiento teológico. A partir de su experiencia personal, desarrolló una teología que abordaba temas como la gracia divina, el pecado original y la redención. Sus escritos, como «Confesiones» y «La Ciudad de Dios«, se convirtieron en referentes fundamentales para la teología cristiana.

El viaje espiritual hacia la eternidad

La muerte es un tema recurrente en la obra de San Agustín. Para él, la muerte no era el fin, sino el comienzo de una nueva vida en la eternidad. A través de sus escritos, San Agustín exploró la naturaleza del alma, la relación entre el cuerpo y el espíritu, y la esperanza en la vida futura.

San Agustín afirmaba que el alma es inmortal y que su destino final es la unión con Dios. Creía en la existencia de un juicio final, en el que cada persona sería juzgada según sus acciones en vida. Aquellos que hubieran vivido de acuerdo con los mandamientos de Dios alcanzarían la felicidad eterna, mientras que aquellos que hubieran vivido en pecado enfrentarían la condenación.

Este enfoque de San Agustín sobre la muerte y la vida futura tenía un objetivo práctico: animar a las personas a vivir de acuerdo con los principios cristianos y a prepararse para la vida eterna. San Agustín creía que la verdadera felicidad solo se podía encontrar en la unión con Dios, y que esta unión solo era posible a través de una vida de virtud y obediencia a los mandamientos.

Beneficios de reflexionar sobre la muerte

La reflexión sobre la muerte, según San Agustín, tiene varios beneficios para la vida espiritual. En primer lugar, nos ayuda a recordar la fugacidad de la vida terrenal y la importancia de enfocarnos en lo eterno. Nos invita a cuestionarnos sobre el propósito de nuestra existencia y a vivir de una manera que refleje nuestros valores más profundos.

Además, reflexionar sobre la muerte nos ayuda a valorar el presente y a aprovechar cada momento como una oportunidad para crecer espiritualmente y acercarnos a Dios. Nos recuerda que nuestra vida en este mundo es limitada y que debemos utilizar el tiempo sabiamente, cultivando virtudes y buscando la santificación.

La reflexión sobre la muerte también nos invita a examinar nuestras prioridades y a reevaluar nuestras acciones. Nos desafía a abandonar los deseos y placeres mundanos que nos distraen de lo esencial y nos impiden crecer espiritualmente.

La muerte como motivo de esperanza

Para San Agustín, la muerte no era motivo de temor, sino de esperanza. Creía que la muerte era el paso hacia la verdadera vida, la vida en comunión con Dios. Esta esperanza en la vida futura nos da fuerza para enfrentar las dificultades de la vida presente y nos consuela en momentos de dolor y pérdida.

San Agustín nos anima a vivir con la certeza de que, al final de nuestra peregrinación terrenal, seremos acogidos en la eternidad por el amor misericordioso de Dios. Nos invita a vivir con la esperanza de la vida eterna y a buscar la santificación en todas nuestras acciones.

La vida de San Agustín y su reflexión sobre la muerte nos ofrecen valiosas lecciones para nuestra vida espiritual. Nos recuerda la importancia de la conversión y la búsqueda de la verdad, así como la esperanza en la vida futura. Nos invita a reflexionar sobre la fugacidad de la vida terrenal y a vivir de una manera que refleje nuestros valores más profundos. La muerte, para San Agustín, no es el fin, sino el comienzo de una nueva vida en la eternidad.

El contexto histórico y cultural de la época de San Agustín

Para comprender mejor la vida y las enseñanzas de San Agustín, es importante analizar el contexto histórico y cultural en el que vivió. San Agustín nació en el año 354 en Tagaste, una ciudad en la provincia romana de Numidia, en el norte de África. En aquel entonces, el Imperio Romano estaba en su apogeo y el cristianismo se estaba convirtiendo en una fuerza cada vez más importante.

San Agustín vivió en un momento de grandes transformaciones sociales y religiosas. El Imperio Romano estaba experimentando un declive gradual, y las antiguas creencias y prácticas religiosas estaban siendo cuestionadas por las filosofías y religiones emergentes. En este contexto, San Agustín se convirtió en una figura clave en la historia del cristianismo y dejó un legado duradero en la teología y la filosofía.

Uno de los aspectos más destacados del contexto cultural en el que vivió San Agustín fue el conflicto entre el cristianismo y el paganismo. En aquel entonces, el paganismo era la religión dominante en el Imperio Romano, pero el cristianismo estaba ganando cada vez más seguidores. San Agustín fue testigo de esta lucha entre las antiguas tradiciones y la nueva fe cristiana, lo que influyó en su pensamiento y en su búsqueda espiritual.

Otro aspecto importante del contexto cultural de la época de San Agustín fue el surgimiento de diferentes corrientes filosóficas y religiosas. El maniqueísmo, por ejemplo, fue una secta dualista que tuvo una gran influencia en San Agustín durante su juventud. Esta experiencia le permitió explorar diferentes ideas y perspectivas, lo que en última instancia contribuyó a su desarrollo intelectual y espiritual.

La filosofía de San Agustín y su visión de la muerte

La filosofía de San Agustín se caracteriza por su enfoque en la búsqueda de la verdad y la comprensión de la naturaleza humana. En su obra «Confesiones», San Agustín reflexiona sobre el significado de la vida y la muerte, y ofrece una visión única y profunda de la existencia humana.

Según San Agustín, la muerte no es el fin absoluto, sino el paso a una vida eterna. Él creía en la inmortalidad del alma y en la existencia de un más allá. Para San Agustín, la muerte era un viaje espiritual hacia la eternidad, una oportunidad para reunirse con Dios y alcanzar la verdadera felicidad.

En su visión, la muerte no era algo que debía temerse, sino algo que debía aceptarse como parte del ciclo natural de la vida. San Agustín veía la muerte como una liberación de las limitaciones terrenales y el comienzo de una vida en plenitud junto a Dios. Esta creencia le proporcionaba consuelo y esperanza en momentos de pérdida y sufrimiento.

La importancia de la reflexión sobre la muerte en la vida cotidiana

La reflexión sobre la muerte no solo era importante en la filosofía de San Agustín, sino también en su vida cotidiana. Él creía que al recordar constantemente la inevitabilidad de la muerte, se podía mantener una perspectiva adecuada sobre la vida y darle el valor que realmente merece.

San Agustín nos recuerda que la vida es fugaz y que debemos aprovechar cada momento para buscar la verdad y vivir de acuerdo con nuestros principios. Esta reflexión constante sobre la muerte nos ayuda a mantenernos enfocados en lo que realmente importa y a no perder el tiempo en cosas triviales y superfluas.

El contexto histórico y cultural en el que vivió San Agustín influyó en su pensamiento y en su visión de la muerte como un viaje espiritual hacia la eternidad. Su filosofía nos invita a reflexionar sobre la muerte en nuestra propia vida y a vivir de manera consciente y plena. A través de su legado, San Agustín nos enseña la importancia de buscar la verdad y de encontrar consuelo y esperanza en medio de la incertidumbre y la adversidad.

La influencia del neoplatonismo en la filosofía de San Agustín

La filosofía de San Agustín fue profundamente influenciada por el neoplatonismo, una corriente filosófica que se desarrolló durante la antigüedad tardía y que combinaba elementos del platonismo con ideas del estoicismo y del hermetismo. El neoplatonismo defendía la existencia de una realidad trascendente y la posibilidad de alcanzar la unión con lo divino a través de la contemplación y la purificación del alma.

San Agustín adoptó muchos de los conceptos neoplatónicos en su propio pensamiento, adaptándolos a su visión cristiana del mundo. Para él, el alma humana era una chispa divina que buscaba su origen en Dios y que podía encontrar la felicidad y la plenitud solo a través de su unión con lo divino. Esta unión se lograba mediante la contemplación de la verdad, la belleza y el bien, y a través de la purificación de los deseos terrenales y las pasiones desordenadas.

Un concepto central en la filosofía de San Agustín, influenciado por el neoplatonismo, es el de la jerarquía de los seres. Según esta concepción, existen diferentes niveles de realidad, desde lo material y contingente hasta lo espiritual y eterno. En la cúspide de esta jerarquía se encuentra Dios, el Ser perfecto e inmutable, del cual emana todo lo demás. Los seres humanos, por su parte, ocupan un lugar intermedio en esta jerarquía, ya que están compuestos de cuerpo y alma y tienen la capacidad de conocer y amar a Dios.

San Agustín también adoptó del neoplatonismo la idea de la iluminación divina, según la cual el conocimiento de la verdad no se alcanza solo a través de la razón humana, sino que requiere la intervención de Dios. Para San Agustín, la verdad era un don divino que se revelaba a través de la fe y la gracia, y que permitía al hombre alcanzar la salvación y la vida eterna.

La influencia del neoplatonismo en la filosofía de San Agustín se puede apreciar en sus obras más importantes, como Confesiones y La ciudad de Dios. En ellas, San Agustín explora temas como el tiempo, el mal, la libertad y la trascendencia, combinando elementos de la filosofía griega con la teología cristiana. Su pensamiento ejerció una profunda influencia en la Edad Media y en la formación de la teología cristiana, y su legado perdura hasta nuestros días.

Las Confesiones de San Agustín: una obra maestra de la literatura y la espiritualidad

Las Confesiones de San Agustín son consideradas una de las obras maestras de la literatura y la espiritualidad. Escritas en el siglo IV, estas confesiones son una introspección profunda en la vida de San Agustín, uno de los padres de la Iglesia y uno de los más grandes filósofos y teólogos de la historia.

Esta obra autobiográfica narra el viaje espiritual de San Agustín, desde su juventud llena de pecado y búsqueda de satisfacción en lo terrenal, hasta su conversión al cristianismo y su encuentro con la verdad y la gracia divina. A través de sus escritos, San Agustín reflexiona sobre los misterios de la existencia, el pecado, la gracia, la libertad y, especialmente, la muerte.

La muerte es un tema recurrente en las Confesiones y ocupa un lugar central en la filosofía de San Agustín. Para él, la muerte no es solo el fin de la vida terrenal, sino el comienzo de una nueva vida eterna en la presencia de Dios. San Agustín reflexiona sobre la naturaleza de la muerte, su inevitabilidad y la importancia de prepararse espiritualmente para este trascendental paso.

En las Confesiones, San Agustín nos invita a reflexionar sobre nuestra propia mortalidad y a reconocer la brevedad de la vida en comparación con la eternidad. Nos recuerda que nuestra existencia en este mundo es efímera y que debemos vivir de acuerdo a los mandamientos de Dios para alcanzar la salvación eterna.

Es importante destacar que San Agustín no ve la muerte como un evento trágico o temible, sino como una oportunidad para alcanzar la plenitud de vida en la presencia de Dios. Para él, la muerte es solo un paso hacia la verdadera vida, una vida en la que encontraremos la paz, el amor y la felicidad eterna.

El legado de las Confesiones de San Agustín va más allá de su valor literario. Estas escrituras nos invitan a reflexionar sobre nuestra propia existencia, a examinar nuestras acciones y a buscar la trascendencia espiritual. Nos enseñan la importancia de vivir una vida virtuosa y de buscar la gracia divina para enfrentar la muerte con esperanza y confianza en la vida eterna.

Las Confesiones de San Agustín nos ofrecen una visión profunda y espiritual sobre la muerte y la vida eterna. Nos invitan a reflexionar sobre nuestra propia mortalidad y a buscar la trascendencia espiritual en medio de la fugacidad de la vida terrenal. Esta obra maestra de la literatura y la espiritualidad continúa siendo relevante en la actualidad, inspirando a miles de personas a buscar una vida llena de fe, esperanza y amor.

La teología de la gracia en la obra de San Agustín

La teología de la gracia es uno de los temas centrales en la obra de San Agustín. El concepto de gracia, según él, se refiere a la ayuda divina que permite a los seres humanos alcanzar la salvación y la vida eterna. San Agustín argumenta que la gracia es un regalo inmerecido de Dios, otorgado por su infinita misericordia y amor.

En sus escritos, San Agustín explora profundamente el papel de la gracia en la vida humana y la relación entre la gracia divina y la libre voluntad humana. Sostiene que la gracia de Dios es esencial para la salvación, pero también enfatiza la necesidad de la colaboración humana a través del ejercicio de la libre voluntad y el arrepentimiento de los pecados.

Un ejemplo concreto de la importancia de la gracia en la obra de San Agustín se encuentra en su famosa obra «Confesiones». En este libro, San Agustín narra su propio viaje espiritual hacia la conversión y la búsqueda de la verdad. A través de sus reflexiones personales, expresa su profunda gratitud por la gracia de Dios que lo llevó a abandonar una vida de pecado y buscar la comunión con Dios.

La teología de la gracia de San Agustín también tiene implicaciones prácticas en la vida cotidiana de los creyentes. Enseña que la gracia de Dios es necesaria para superar la debilidad humana y vivir una vida moralmente recta. Sin embargo, también advierte contra la presunción y la complacencia, recordando a los creyentes que deben hacer un esfuerzo constante para crecer en santidad y buscar la voluntad de Dios en todas las áreas de sus vidas.

La teología de la gracia en la obra de San Agustín destaca la importancia del regalo divino para la salvación y la vida eterna. A través de sus escritos, San Agustín nos invita a reflexionar sobre nuestra propia necesidad de la gracia de Dios y a responder a su llamado con humildad y obediencia. Su teología de la gracia ofrece orientación y esperanza para aquellos que buscan un camino espiritual hacia la eternidad.

La visión de San Agustín sobre el tiempo y la eternidad

San Agustín, uno de los padres de la Iglesia y uno de los filósofos más influyentes de la historia, tenía una visión única sobre el tiempo y la eternidad. Para él, el tiempo era una creación de Dios y estaba intrínsecamente ligado a la experiencia humana. Sin embargo, también creía que la verdadera realidad se encontraba en la eternidad, más allá de las limitaciones temporales.

En su famosa obra «Confesiones«, San Agustín reflexiona sobre la naturaleza del tiempo y cómo afecta a nuestras vidas. Argumenta que la experiencia del tiempo es subjetiva y que nuestra percepción del pasado, presente y futuro está influenciada por nuestras experiencias y emociones. Además, sostiene que el tiempo solo tiene sentido en relación con la eternidad, ya que es en la eternidad donde se encuentra la verdadera plenitud y realización.

Para San Agustín, el viaje hacia la eternidad no solo se produce después de la muerte, sino que también puede tener lugar en vida. Él creía que a través de la fe y la búsqueda de la verdad, los seres humanos podían experimentar una unión espiritual con Dios y trascender la temporalidad. Esta unión con lo divino, según San Agustín, nos lleva a un estado de eternidad en el presente, donde encontramos la verdadera felicidad y plenitud.

Un ejemplo concreto de este viaje espiritual hacia la eternidad se puede encontrar en la vida de San Agustín mismo. Antes de su conversión al cristianismo, llevaba una vida disoluta y se encontraba perdido en la búsqueda de placeres materiales. Sin embargo, a través de una profunda experiencia espiritual, experimentó una transformación radical y encontró la paz y la alegría en la fe en Dios.

La visión de San Agustín sobre el tiempo y la eternidad tiene importantes implicaciones para nuestra vida cotidiana. Nos invita a reflexionar sobre la naturaleza transitoria de las cosas materiales y a buscar una conexión más profunda con lo divino. También nos recuerda que nuestra existencia trasciende el tiempo y que tenemos la capacidad de experimentar la eternidad en el presente.

La visión de San Agustín sobre el tiempo y la eternidad nos ofrece una perspectiva espiritual profunda y nos invita a trascender la temporalidad. Nos anima a buscar una conexión más profunda con lo divino y a encontrar la verdadera plenitud y realización en la experiencia de la eternidad.

San Agustín y la filosofía del mal: el problema del mal en el mundo

Uno de los temas más importantes en la filosofía de San Agustín es el problema del mal en el mundo. El filósofo africano se enfrentó a la pregunta de cómo reconciliar la existencia de un Dios bueno y todopoderoso con la presencia del mal en el mundo. Esta cuestión es conocida como «teodicea», y ha sido objeto de debate durante siglos.

San Agustín argumentaba que el mal no tiene una existencia propia, sino que es una ausencia o privación del bien. Según él, Dios creó el mundo perfecto y bueno, pero el pecado original introdujo el mal en la humanidad. Es el libre albedrío del ser humano lo que permite la posibilidad de elegir el mal y alejarse de Dios.

Para San Agustín, el mal es una parte inevitable de la condición humana. Sin embargo, también creía que Dios es capaz de convertir el mal en bien y utilizarlo para lograr un propósito más elevado. Esta idea se conoce como «la redención del mal».

El pensamiento de San Agustín sobre el mal ha tenido una influencia duradera en la filosofía y la teología cristiana. Su enfoque en la redención y en la capacidad de Dios para transformar el mal en bien ha sido una fuente de consuelo y esperanza para muchas personas a lo largo de la historia.

Beneficios y puntos clave

  • Reconciliación del mal y el bien: San Agustín ofrece una visión teológica y filosófica que ayuda a reconciliar la existencia del mal en el mundo con la naturaleza de un Dios bueno y todopoderoso.
  • Comprender la condición humana: Su teoría del pecado original y el libre albedrío nos ayuda a comprender la naturaleza humana y por qué el mal es una parte inevitable de nuestra experiencia.
  • Esperanza en la redención: San Agustín nos brinda la esperanza de que Dios puede transformar el mal en bien y utilizarlo para un propósito más elevado.

Ejemplos y casos de uso

Un ejemplo de la filosofía de San Agustín sobre el mal se puede ver en su obra «Las confesiones». En este libro, San Agustín reflexiona sobre su propia vida y sus luchas con el pecado y el mal. A través de su experiencia personal, demuestra cómo la redención de Dios puede transformar incluso las acciones más pecaminosas en oportunidades para crecer en la fe y la virtud.

En la vida cotidiana, la filosofía de San Agustín sobre el mal nos invita a reflexionar sobre nuestras propias acciones y decisiones. Nos recuerda que nuestras elecciones tienen consecuencias y que debemos ser conscientes de cómo nuestras acciones pueden afectar a los demás. También nos brinda la esperanza de que, incluso en medio del mal y el sufrimiento, Dios puede obrar para nuestro bien y el bien de los demás.

Consejos prácticos y recomendaciones

  1. Reflexiona sobre tus acciones: Tómate el tiempo para reflexionar sobre tus acciones y decisiones, y considera cómo pueden afectar a los demás y a ti mismo.
  2. Acepta la inevitabilidad del mal: Reconoce que el mal es una parte inevitable de la condición humana y que todos estamos sujetos a la tentación y al pecado.
  3. Confía en la redención de Dios: Ten esperanza en que Dios puede transformar el mal en bien y utilizarlo para lograr un propósito más elevado.

La filosofía de San Agustín sobre el mal nos brinda una visión teológica y filosófica que nos ayuda a reconciliar la existencia del mal en el mundo con la naturaleza de un Dios bueno y todopoderoso. Su enfoque en la redención y en la capacidad de Dios para transformar el mal en bien nos brinda esperanza y consuelo en medio del sufrimiento y la adversidad.

El legado de San Agustín en la historia y cultura occidental

San Agustín es uno de los personajes más influyentes en la historia y cultura occidental. Nacido en el año 354 en Tagaste, una ciudad de la provincia romana de Numidia, en lo que hoy es Argelia, San Agustín se convirtió en una figura clave en la historia del cristianismo y en el desarrollo del pensamiento filosófico.

Conocido por sus obras filosóficas y teológicas, San Agustín dejó un legado duradero en la comprensión del ser humano, la moralidad y la relación entre fe y razón. Su obra más famosa, «Confesiones», es una autobiografía en la que explora su propio viaje espiritual hacia la fe y la búsqueda de la verdad.

Una de las principales contribuciones de San Agustín fue su teoría del pecado original, que sostiene que todos los seres humanos nacen con una naturaleza pecaminosa debido a la desobediencia de Adán y Eva en el Jardín del Edén. Esta idea fue fundamental en el desarrollo de la teología cristiana y tuvo un impacto duradero en el pensamiento occidental.

Otro concepto importante desarrollado por San Agustín es la noción del libre albedrío y la responsabilidad moral. Según San Agustín, los seres humanos tienen la capacidad de elegir entre el bien y el mal, y son responsables de sus acciones. Esta idea tuvo una gran influencia en la ética y la filosofía moral occidental.

Además de su trabajo teológico y filosófico, San Agustín también fue un defensor de la educación y la importancia del estudio. Creía que el conocimiento y la razón eran herramientas fundamentales para la comprensión de la fe y la búsqueda de la verdad. Su enfoque en la educación influyó en la fundación de escuelas y universidades en la Edad Media y tuvo un impacto duradero en la cultura occidental.

El legado de San Agustín en la historia y cultura occidental es innegable. Sus obras filosóficas y teológicas han influido en el pensamiento y la moralidad occidental, y su énfasis en la educación y la importancia del conocimiento continúa siendo relevante en la sociedad actual. A través de su viaje espiritual y sus reflexiones sobre la existencia humana, San Agustín nos invita a explorar nuestras propias creencias y a buscar la verdad en nuestro propio viaje hacia la eternidad.

Preguntas frecuentes

¿Quién fue San Agustín?

San Agustín fue un filósofo y teólogo cristiano del siglo IV, considerado uno de los Padres de la Iglesia y uno de los pensadores más influyentes de la historia.

¿Cuál fue la visión de San Agustín sobre la muerte?

San Agustín concebía la muerte como un paso hacia la eternidad, donde el alma se reunía con Dios y alcanzaba la felicidad plena.

¿Qué creía San Agustín sobre el juicio final?

San Agustín creía en la existencia del juicio final, donde todas las almas serían juzgadas según sus acciones en vida y recibirían su recompensa o castigo eterno.

¿Qué enseñanzas dejó San Agustín sobre el sentido de la vida?

San Agustín enseñó que el sentido de la vida se encuentra en buscar a Dios y vivir de acuerdo a sus mandamientos, encontrando así la verdadera felicidad y plenitud.

¿Cómo influyó la obra de San Agustín en la filosofía y teología occidental?

La obra de San Agustín tuvo una gran influencia en la filosofía y teología occidental, especialmente en temas como la naturaleza del hombre, la existencia de Dios y la relación entre fe y razón.

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